LAS DIVERSAS INFLUENCIAS DE LA TECNOLOGIA EN EL DESARROLLO DE LA MENTE.
Gavriel Salomon (Universidad de Arizona).
La interacción entre la mente y la tecnología se da de diferentes maneras, afectando a cada persona individualmente.
La tecnología tiene efectos cognitivos sobre lo que Perkins denominó componentes tácticos de la actividad intelectual o marcos de pensamiento (thinking frames). Un “marco de pensamiento” es una “representación cuya intención es guiar el proceso de pensamiento, apoyando, organizando y catalizando dicho proceso…”, el marco organiza nuestro pensamiento. Los arcos de pensamiento pueden considerarse un nivel intermedio entre los desarrollos ontogénicos a largo plazo y los cambios a corto plazo producidos por la adquisición de conocimiento. Los marcos de pensamiento son de naturaleza más general que cualquier tipo de conocimiento factual. Se apoyan en estructuras generales y operan sobre el conocimiento específico. Cuanto más amplio es el apoyo, más grande la variedad de objetos que se puedan conectar a partir de ellos.
Los marcos de pensamiento implican elementos tales como las estrategias de pensamiento y aprendizaje, el uso de lo metacognitivo, las maneras de ver el mundo y el dominio de habilidades de procesamiento. Los marcos de pensamiento pueden verse afectados por la tecnología, es decir que los artefactos culturales son posibles fuentes de influencia sobre la mente individual. La mente individual puede ser afectada por las representaciones culturales de los artefactos tanto como por los artefactos mismos: televisión, ordenadores, etc. Por otra parte, la mente puede ser afectada por la experiencia directa con los artefactos culturales, como a través de su representación cultural. De cualquier modo, la cultura determina la percepción social de la posición y de la naturaleza de la tecnología encontrada, la actividad a realizar con ella y los valores que se le dan al encuentro.
No puede haber un solo mecanismo que de cuenta de los efectos de la tecnología sobre la mente. Depende de la naturaleza de la tecnología, de las circunstancias sociales y psicológicas en las cuales la tecnología se encuentra y del marco cognitivo individual.
TECNOLOGÍAS DE DEFINICIÓN: LA CREACIÓN DE METÁFORAS.
Este tipo de efecto no se refiere a la tecnología en sí, pero influye en la forma en que el individuo percibe el mundo. Bolter (1984) habla de “tecnologías de definición”, como el torno y el arado en la antigua, el reloj en Europa medieval, el motor a vapor luego, y el ordenador hoy. Estas tecnologías asumen ese rol en virtud de poder “definir o redefinir el papel del hombre en relación con la naturaleza”.
Una tecnología de definición “desarrolla relaciones de tipo metafórico u otros, con la ciencia cultural, y está siempre disponible para servir como metáfora, ejemplo, modelo o símbolo”.
¿Cómo sirven estas metáforas al individuo y a sus funciones cognitivas? La tecnología estimula la mente del individuo para crear la metáfora y ésta se convierte en lo que Sperber (1984) llama una “representación cultural”, adoptada por una gran cantidad de individuos. Estos individuos deben formar parte de una comunidad que frecuentemente emplee esa metáfora. Las metáforas son necesarias para entender la mayor parte de lo que sucede en nuestro mundo ya que concretizan y simplifican fenómenos abstractos y complejos. Las metáforas re-encuadran aquello pobremente comprendido y demasiado complejo para poder ser encajado en un esquema bien organizado y elaborado. Una metáfora como tal es utilizada como herramienta cultural, prisma que puede aplicarse a variedad de situaciones y hacerlas más comprensibles.
Las metáforas también funcionan como reorganizaciones del conocimiento ya adquirido. Es un tipo de procesamiento de la información de segundo orden, por el que una persona usa una metáfora para reexaminar su conocimiento, reorganizarlo y reinterpretarlo. Además, sirven también como guías en la exploración de fenómenos nuevos.
En cada nivel de comprensión, la metáfora sugiere una nueva manera de interpretar aquellos elementos del mundo al que pertenece. Las tecnologías novedosas, sobresalientes, dominantes, hacen que algunos individuos las usen como metáforas para describir y explicar los fenómenos diarios, sirven como “esquema de asimilación” para la adquisición de nuevos conocimientos y para la re-organización de conocimientos ya adquiridos. Son una nueva y compartida perspectiva para explorar e interpretar la información. En este sentido, las metáforas pueden dirigir la atención hacia determinados fenómenos en detrimento de otros: así, por ejemplo, la metáfora de la mente como ordenador excluye una parte importante de las funciones mentales, como la volición, la intención y la motivación.
TECNOLOGÍAS QUE CREAN NUEVAS DIFERENCIACIONES.
A menudo la aparición de una nueva tecnología desafía a pensadores y usuarios a contestar preguntas que nunca se habían formulado, y a hacer nuevas diferenciaciones. Si los ordenadores “pueden pensar” ¿qué nos distingue entonces como seres humanos? La nueva máquina es una máquina que piensa, esto desafía nuestras nociones de la mente.
Nuevas tecnologías llevan a nuevas diferenciaciones. Mientras que el camino no-directo tiene una base cultural y es captado por el individuo de una manera relativamente pasiva, las diferenciaciones hechas por contacto directo, a través de la experiencia, requieren un individuo activo que las cree. Es aquí donde la tendencia a estar mentalmente comprometido comienza a jugar un papel importante.
La tecnología a menudo estimula, y en otros casos requiere la creación de nuevas diferenciaciones. Algunas de ellas se vuelven compartidas culturalmente, y son dadas a un individuo; otras diferenciaciones en cambio, son el resultado del contacto directo del individuo con la tecnología. La creación de nuevas diferenciaciones no altera demasiado nuestra capacidad y habilidades cognitivas, pero influye en la manera de percibir el mundo. La creación de nuevas diferenciaciones hechas por un individuo enfrentado con la tecnología, requiere un “compromiso mental”. Cuando la tecnología se da por sobreentendida, ninguna diferenciación puede aparecer y el individuo puede utilizarla sin prestarle demasiada atención.
TECNOLOGÍAS QUE POTENCIAN POR ASOCIACIÓN.
Las tecnologías también son un conjunto de herramientas con las cuales el individuo interactúa de forma activa. En lo que respecta a la informática, el individuo interactúa con ella formando una asociación intelectual. Como lo describió Perkins (1985):
“La palabra escrita amplió el alcance del pensamiento al ayudar al hombre a evitar las limitaciones de la memoria. El procesamiento de la información podría ampliar aún más el alcance del pensamiento, al ayudarnos a evitar las limitaciones humanas en la capacidad computacional”.
Pea (1985), plantea que las tecnologías amplían nuestro poder permitiéndonos realizar tareas de forma más eficiente en menos tiempo. Pero las tareas a realizar siguen siendo las mismas. Este punto de vista nos lleva por ejemplo a plantearnos el uso de los ordenadores para impartir los mismos conocimientos que se enseñan sin ordenadores. Para que haya re-organización debe haber la posibilidad de una asociación en la cual el ordenador actúe como herramienta para la realización de nuevas tareas y operaciones imposibles de hacer si él.
El poder real de la tecnología radica en su capacidad de redefinir y reestructurar lo que hacemos, cómo lo hacemos y cuándo lo hacemos. Llegamos a usar la tecnología como una herramienta para pensar.
La naturaleza cualitativa de las actividades, los procesos cognitivos así activados, son muy diferentes y más poderosos que aquellos utilizados sin la herramienta.
El usuario de este tipo de tecnología puede ahora ocuparse de “habilidades cognitivas de alto nivel” sin tener que perder tiempo en actividades mecánicas. El estudiante puede ahora perseguir nuevas metas.
El tipo de sociedad descrita aquí puede asimilarse a la situación que se plantea cuando un grupo de individuos juntan sus capacidades mentales para resolver conjuntamente un problema. El ordenador es el ambiente co el cual el individuo interactúa, haciendo que tanto la actividad como el producto de la actividad sean más “inteligentes”.
Entonces, siguiendo a Bruner, podríamos decir que “la inteligencia no es una cualidad solamente de la mente, sino que es un producto de la relación entre las estructuras mentales y las herramientas intelectuales provistas por la cultura”. Por lo tanto, la unidad de análisis será el sistema de asociación que se establece entre un individuo trabajando co una herramienta intelectual.
Por otro lado, el sistema funcional de operaciones mentales de un individuo puede re-organizarse durante la asociación con el ordenador, el cual sirve como herramienta cognitiva con la cual pensar. En tanto que esa asociación esté dentro de la Zona de Desarrollo Próximo del individuo, se podría esperar que las operaciones activadas se internalicen y se “vuelvan parte de los logros de desarrollo independiente del niño” (Vygotsky, 1978).
LOS EFECTOS DE LA TECNOLOGÍA SOBRE LAS HABILIDADES COGNITIVAS.
La tecnología (Ellul 1964), no es más que un montón de materia prima si no existe algún tipo de técnica para operar con ella o para lograr las metas para la cual fue diseñada. Estas técnicas deben ser aprendidas.
Apoyados en Vygotsky podemos distinguir entre el cultivo de las habilidades y la internalización de las mismas. Cultivar las habilidades implica que aquellas operaciones mentales usadas a partir de la estimulación producida por algún tipo de herramienta, se verán mejoradas como resultado de su uso. Serían un conjunto de operaciones cuyos rudimentos ya existen en el repertorio del individuo, y alcanzan un mayor dominio y “agrandamiento” por el estímulo de las demandas de las nuevas tecnologías: las consecuencias pueden ser que el individuo sea capaz de pensar en términos más variados, adquiera la capacidad de ser más explícito o adquiera estrategias metacognitivas, como resultado de la preparación. En el caso de la internalización, un modo de representación simbólico ha sido mentalmente reconstruido y deviene ahora capaz de ser utilizado cognitivamente. Para ilustrar se podría comparar con las diferencias entre los aprendices y los expertos, mientras los primeros pueden pensar sobre un conjunto de procedimientos, los expertos pueden pensar en términos de los mismos.
¿QUÉ TIPO DE ASOCIACIÓN DESARROLLA HABILIDADES TRANSFERIBLES?
El cultivo de habilidades no puede ser adquirido sino por una experiencia directa con la tecnología en consideración. Además, la tecnología debe demandar del individuo un desarrollo mayor de las habilidades que ya posea en el momento de enfrentarse con la tecnología. “El tipo amistoso” de tecnología puede ser utilizado sin necesidad de que las habilidades resulten cultivadas; aquellas ya dominadas pueden ser suficientes.
Lo que resulta menos obvio, es el tipo de relación directa que se necesita para conseguir la potenciación de una habilidad.
Perkins y Salomón (1987), desarrollaron una “teoría de la transferencia”, estimulada por la cuestión del cultivo de habilidades a través de la mediación tecnológica. Tanto el aprendizaje como la transferencia pueden darse por dos caminos: un camino, la “vía baja” (low road) se caracteriza por la práctica insistente de una actividad en distintas situaciones, lo que conduciría a un dominio casi automático y poco comprometido mentalmente de los elementos cognitivos, habilidades o conductas adquiridas. Dichos elementos se aplicarán sin conciencia de la aplicación a situaciones nuevas que se parezcan a las ya practicadas. A medida que se adquiere más práctica, lo que haya sido aprendido se ejecutará con más solvencia, lo que genera que cada vez sea menos accesible a nuestra inspección consiente.
El otro camino, la “vía alta” (high road) se caracteriza por ser un aprendizaje relativamente rápido. Este proceso está acompañado por un gran compromiso mental del individuo, el cual deliberadamente abstrae lo esencial del material y lo descontextualiza. Las abstracciones, principios o estrategias que este proceso conlleva, estarán luego disponibles para ser transferidas de forma consciente. Por “compromiso mental”, queremos decir: los empleos de las operaciones mentales, no de forma automática, sino metacognitivamente guiados, deliberados y enfocados hacia la realización de una tarea. (Salomon y Globerson, 1987). Es atributo de este tipo de conducta la consideración deliberada de alternativas, acompañadas de esfuerzo mental, de capacidad de enfocar la atención sobre cada detalle y la capacidad de empleo de elementos metacognitivos.
Existiría una división de trabajos entre la “vía baja” y la “vía alta”. La primera es importante durante el proceso de culturización, de formación de hábitos, de socialización. Es importante en la adquisición de actitudes generales y de otros elementos cognitivos y conductas que no pueden ser enseñadas explícitamente de forma abstracta. Mucho de lo que llamamos “conocimiento tácito”, conducta cultural o estilo cognitivo, se adquiere de esta manera; es un aprendizaje incidental caracterizado por la práctica intensa. La vía baja es utilizada cuando una nueva habilidad se necesita. Por otra parte, si consideramos la educación en su forma más conocida, tiene que ver con conocimientos y habilidades que tiene disciplina, que pueden ser explicados y que deben ser dominados en un espacio de tiempo relativamente corto. La educación está diseñada entonces, para mover al educando hacia la “vía alta”.
Tanto si se usa la vía alta como la baja para la transferencia de habilidades, el cultivo de las mismas tiene otra cara: hay una pérdida relativa en el énfasis de algunas habilidades con la consiguiente extinción gradual de aquellas que se van volviendo innecesarias. Se ha argumentado, por ejemplo, que la aparición de la escritura, cuyo objetivo era entre otros el registrar información, actividad antes reservada a la memoria, produjo que las habilidades mnemotécnicas, al ser menos, perdiesen capacidad.
El cultivo de una habilidad transferible puede suceder solamente en un encuentro activo con la tecnología, cuando la actividad desarrollada exige la participación mental del individuo y cuando es consecuente. Entendiendo esto, hay por lo menos dos caminos a través de los cuales una habilidad transferible puede ser cultivada: cuando la tecnología se practica muy asiduamente y por lo tanto la habilidad se vuelve relativamente automática (efecto de vía baja), o cuando en la realización de la tarea el individuo compromete su atención y su conciencia, y se genera deliberadamente una generalización (efecto de vía alta). En este sentido, las habilidades se pueden cultivar con el correr de los años sin que los individuos involucrados se den cuenta de ellos.
ACERCA DE LA INTERNALIZACIÓN.
La inteligencia artificial se puede concebir como un intento explicito de hacer un simulacro de los procesos mentales humanos. Involucrado en una asociación intelectual con una tecnología cognitiva que exige interacción, el individuo puede comenzar a internalizar algunas de las representaciones de los modos y operaciones exteriorizadas.
El punto de vista de Vygotsky, considera la relación entre lo externo (herramientas) y lo interno (signos). El autor argumenta que los procesos internos incluyen una cierta cantidad de atributos de las fuentes externas, pero que a su vez la “internalización transforma el proceso en sí mismo, cambiando su estructura y sus funciones”. Cabría esperar aunque sea un pequeño parecido de estructura y funciones entre la herramienta externa y su contrapartida interna al producirse la internalización. Las habilidades que han sido cultivadas, no tendrían ningún parecido con los agentes externos que las han “agrandado”, mientras que las habilidades que han sido internalizadas sí se parecería y serían isomórficas.
LOS CANDIDATOS PARA LA INTERNALIZACIÓN.
No todos los elementos de nuestra interacción social o en nuestra interacción con una herramienta computarizada, será un candidato razonable para la internalización. Para ser un candidato, hay condiciones que deben ser cubiertas. Debe provenir de la misma, o ser de similar “sustancia” que lo que en ese momento la mente esté usando y manipulando: similar “sustancia” en el modo de representación simbólica, operaciones y metaoperaciones. Además debe encajar en el nivel de desarrollo ontogenético del individuo. Es decir, los modos simbólicos, las operaciones y las metaoperaciones a las que se enfrenta el individuo en su interacción con la tecnología, para que puedan convertirse en herramientas cognitivas, deben ser tales que puedan ser potencialmente reconstruidas y realizadas en la mente del que está aprendiendo. Deben ser congruentes con su nivel de conocimiento, sus intuiciones y sus capacidades.
Otra condición es que el candidato para la internalización sea tal que el sujeto pueda asimilarlo a un esquema ya existente. Una herramienta o un modo de representación puede ser internalizado si sus funciones caen en lo que Vygotsky ha denominado la Zona de Desarrollo Próximo. Esto implica que la herramienta o el modo de representación son suficientemente simples como para permitir su reconstrucción cognitiva. Pero la compatibilidad con el aparato cognitivo del usuario y la simplicidad pueden no ser suficientes. Tanto el ábaco como la calculadora, son herramientas. Pero, mientras que el ábaco puede ser internalizado, la calculadora aparentemente no puede serlo.
Otra condición importante es que el candidato tecnológico para ser internalizado debe ser explícito en sus operaciones. Una herramienta que sea candidata para la internalización debe mostrar la actividad que desarrolla para que el usuario pueda copiar el procedimiento y reconstruirlo en su mente.
LAS CONDICIONES PARA LA INTERNALIZACIÓN.
Hay condiciones como la interacción activa y el control del educando, sin las cuales, incluso la mejor de las herramientas podría no ser internalizada.
Vygotsky consideraba que la reflexión consciente y la intelectualización, términos que asimila a la abstracción atenta, es una condición necesaria para la internalización. Cuando los usuarios de una herramienta computarizada, o de un modo de representación, son conscientes de su naturaleza y de sus funciones, y están atentos y controlados tienen más posibilidades de reconstruirlas en su propio repertorio cognitivo y de usarlas como herramienta cognitiva (Salomon 1979). Esto demuestra que los usuarios no sólo logran dominar la herramienta, sino que aprenden a usarla al observar sus funciones y operaciones de forma atenta y consciente. Cuando las operaciones de la herramienta cumplen con determinadas condiciones: que sean apropiadas ontogénicamente, que sean explícitas y que los educandos estén atentos al proceso, éstos podrán internalizar las operaciones de la herramienta y sus modos de presentación. Podrán crear contrapartidas cognitivas. Lo que comienza siendo una inteligencia conjunta, termina siendo la inteligencia de la persona.
Para poder calificar a los efectos como recíprocos, éstos deberían cambiar el curso del desarrollo cognitivo de tal manera que ese cambio no se hubiese producido en ausencia de la tecnología o de la representación cultural de la misma.
Pero ¿cuán profundos y cognitivamente significativos son los efectos cognitivos de la tecnología? Aquí uno podría hablar de dos niveles de efectos. Estos han sido denominados por Perkins (1985) “efectos de yema de los dedos” (fingetip effect) de primer y segundo orden. Los efectos yema de los dedos de primer orden, incluyen las capacidades más directas producidas por el contacto con la tecnología: mayor movimiento, computarización más sencilla, comunicación más rápida, un acceso más amplio y sencillo a un cuerpo de información mejor organizado. Los efectos de yema de los dedos de segundo orden, incluyen aquellos efectos “más profundos y con repercusiones en una mayor gama de actividades de la sociedad, de la personalidad y del pensamiento”, efectos más duraderos en los que se ha llamado “marcos de pensamiento” o palancas de pensamiento: puntos de vista, habilidades, estrategias.
Debemos reconocer, sin embargo, que la tecnología muchas veces solo ha tenido efectos de yema de los dedos del primer orden. La tecnología podría proporcionarnos efectos de segundo orden, pero dichas oportunidades no parecen haber sido aprovechadas. Considerando que los efectos de yema de los dedos de segundo grado existen potencialmente en la tecnología, podemos contestar la pregunta acerca de los efectos, diciendo que éstos dependerán menos de la tecnología que de los individuos que la usan en un determinado contexto social. Mucho dependerá de la atención que haya prestado el individuo al usar la tecnología y los desafíos cognitivos por ésta planteados.
Si lo miramos desde un punto de vista vygotskiano o bruneriano, los efectos de la tecnología realizarían su potencial a través de la internalización de medios representacionales y herramientas que flexibilizan (stretching) los elementos cognitivos. Además, es posible que los pequeños cambios cognitivos, microgenéticos, se acumulen gradualmente y abran el camino para cambios más cualitativos. Así el impacto de la tecnología podría juzgarse por el impacto en el desarrollo, como una secuencia de cambios graduales en una escala relativamente más larga de tiempo. Aquellas estructuras que tienen una base social o que están basadas en alguna herramienta, pueden gradualmente transformarse en instrumentos para una autorregulación, los cuales posibilitarán nuevos modos de interactuar con la tecnología. Existen dos cuestiones importantes. En primer lugar, podría darse el caso de que siendo el compromiso mental tan crucial y teniendo en cuenta que la capacidad de atención del niño crece con la edad, el impacto de la tecnología en el desarrollo se vuelva más significativo con la edad. En segundo lugar, no todos los efectos aquí mencionados, por profundos que sean potencialmente, tienen la misma “carga” evolutiva. No todos los “marcos de pensamiento”, metáforas, construcciones diferenciadas, o habilidades, se adquieren a un nivel ontogénico apropiado. Además, es probable que factores cognitivos, evolutivos y sociales, además de la naturaleza del agente impactante o de la naturaleza del efecto per se, influirán para que este fenómeno se produzca o no.
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CONCLUSIÓN: EL texto de Gavriel Salomon, nos ofrece un detallado análisis de cuáles son los efectos causados como consecuencia del uso de las TIC. El autor concentra su análisis en un tipo específico de efecto cognitivo, el que las tecnologías efectúan sobre los marcos de pensamiento.
ResponderEliminarPor otro lado, Salomon realiza una diferenciación entre aquellos efectos causados como consecuencia del uso directo de las tecnologías, de aquellos que son adquiridos como representaciones culturales y que no implican la experiencia directa.